martes, 31 de enero de 2012

¡Esto es la guerra!: Tecnología para combatientes en tiempos de crisis

Es posible que haya quien piense que hablar de guerra y momentos de crisis apoyándose en Groucho Marx es trivial.
A mí me parece que este genio del cine nos dice las cosas muy claras en Sopa de Ganso.



Tendemos a  asignar responsabilidades y culpas para explicar el  origen de los problemas y las situaciones comprometidas o críticas, y sobre todo para justificar nuestras posturas. La realidad es que, frecuentemente, es difícil determinar en toda su extensión las causas que llevan a determinada situación.

Los problemas “vienen solos”,  las personas declaramos la guerra.
Con la que está cayendo no es de extrañar que un Director de Producción describa el escenario en el que su Equipo ha de desempeñarse como un escenario de Guerra. Y, desde luego, no es momento de quitar hierro al asunto porque la situación que afrontan muchas organizaciones requiere en estos momentos de buenos guerreros, oficiales y suboficiales.
Lo que pasa es que hace mucho que no estábamos en guerra, al menos no en una de esta escala, y nuestra tecnología de combate se ha quedado obsoleta.
Nuevamente habrá quien se eche las manos a la cabeza al verme hablar de tecnología de combate, pero sinceramente, son muchas las vidas que el género humano ha sacrificado en los avatares de la guerra y creo que es un desperdicio no aprovechar el aprendizaje que esa trágica experiencia nos brinda, sobre todo cuando lo podemos extrapolar a entornos donde la “guerra” no implica un verdadero derramamiento de sangre.

La vieja tecnología de la guerra
Se denomina guerra de trincheras a aquella en la cual se mantienen líneas estáticas de fortificaciones cavadas en el suelo y enfrentadas.
La guerra de trincheras surgió a partir de una revolución en las armas de fuego y a un incremento en su poder, sin que hubiese al mismo tiempo un aumento en la movilidad y en las comunicaciones.
Su punto máximo de brutalidad y mortalidad se alcanzó en la Primera Guerra Mundial. El ejemplo más citado de guerra de trincheras posterior a la Primera Guerra Mundial es la Guerra Irán-Iraq (1980-1988) resultado fue muy parecido, el conflicto finalizó sin un claro vencedor y perecieron cientos de miles de soldados.
La mayor dificultad a la que se enfrentaba una fuerza de ataque en una batalla de trincheras eran las comunicaciones.
Los métodos existentes eran el teléfono, el telégrafo óptico, las lámparas de señalización, las palomas mensajeras y los corredores. El teléfono era el más efectivo, pero las líneas eran extremadamente vulnerables a los bombardeos. Como solución, las líneas de teléfono se montaban en una figura en escalera, de forma que tuviesen muchos caminos redundantes.
No era inusual que un comandante de batallón o de brigada tuviese que esperar dos o tres horas para conocer algo del proceso de un ataque, y para entonces cualquier decisión basada en el mensaje estaría probablemente ya desfasada.
También pasaría un período similar para transmitir las noticias a una división y al centro de mando. Consecuentemente, el resultado de muchas batallas de trincheras era determinado por los propios combatientes, con las decisiones que tomaban en el mismo momento de la lucha.

La evolución tecnológica
A través de la Primera Guerra Mundial, las potencias en conflicto fueron buscando alguna vía para romper el punto muerto en el que se encontraban en la guerra de trincheras, comenzando con los franceses y los alemanes, si bien los británicos también contribuyeron al aprendizaje colectivo.

Los alemanes idearon las tropas de asalto que implicaban sacar a unidades de la línea de combate y entrenarlas para que estos hombres se lanzaran al ataque en pequeños grupos, usando cualquier cobertura que hubiese a su disposición, y desplegando fuego de cobertura para otros grupos de la misma unidad a medida que avanzaban. Las nuevas tácticas debían dejar de lado los puntos fuertes y atacar los puntos más débiles de la línea enemiga.

Adicionalmente, se dieron cuenta de la inutilidad de crear un gran y detallado plan de operaciones desde la distancia, optando en su lugar por emplazar a oficiales jóvenes en el lugar para que ejercitasen su iniciativa.

Los británicos se dieron cuenta de la necesidad de introducir unidades como el pelotón o la sección, y el énfasis se trasladó desde la compañía (150-200 hombres) como unidad básica de maniobra al pelotón de aproximadamente unos diez hombres.

Asimismo se desarrolló el carro de combate como forma de moverse por terrenos arrasados por el fuego enemigo, y lo que se conoció como tácticas de fuerzas combinadas, incorporando la cooperación entre infantería, artillería, ametralladoras, carros armados y carros de combate.

Entre las dos guerras mundiales, estas técnicas sirvieron para que J.F.C. Fuller y B.H. Liddell Hart desarrollaran teorías sobre un nuevo tipo de guerra.

El aprendizaje en términos de Equipos y Organizaciones

Muchas organizaciones se encuentran hoy con que se han quedado ancladas en la tecnología de las trincheras. Con individuos, equipos… en posiciones estáticas, firmemente cavadas en la tierra, sostenidas por un histórico de conflictos e intereses mal gestionados.

En la trinchera, hoy igual que en la Primera Guerra mundial, la mayor dificultad son las deficiencias en la comunicación y la falta de movilidad. La diferencia es que hoy sí disponemos de herramientas organizativas y tecnológicas que pueden ayudarnos a resolver estas dificultades. La breve investigación a cerca de la historia de las trincheras que acabo de exponer me lleva a las siguientes reflexiones acerca de la gestión de equipos:
  • Para desarrollar una nueva tecnología, nuevas formas de afrontar las situaciones, es necesario el aprendizaje colectivo aunque se pueda dar la circunstancia de que no todos contribuyan en la misma medida.
  • Las nuevas tácticas han de contemplar cambios que no se centren tanto en defender nuestros propios puntos y posiciones fuertes y se enfoquen más en visualizar bien al enemigo y atacar sus puntos débiles combinando las fuerzas que estén a nuestro alcance.
  • Un plan de operaciones detallado gestionado desde la distancia no resultará efectivo sino se apoya en otros elementos y herramientas de equipo.
  • Una buena “arquitectura de comunicación” facilita que las decisiones se tomen con la intervención de todos los interlocutores relevantes, hay decisiones que para ser buenas no deben residir sólo en aquellos que tienen capacidad de actuación inmediata.
  • Para moverse por terrenos arrasados se necesitan vehículos especiales que nos permitan avanzar rápido y con cierta protección.
  • El margen de maniobra se obtiene con unidades pequeñas bien alineadas hacia un objetivo común.

Para terminar con la misma “trivialidad” con que empecé les dejo con “by the way” y uno de mis grupos musicales favoritos (Red Hot Chili Peppers) una pieza con algo de guerra y algo de paz, al menos en términos de ritmo. Buen provecho.


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